- Las obras de reparación y restauración, con un coste de más de 18 mil euros, han dado inicio esta misma semana


El Ayuntamiento de Burriana ha iniciado las obras de reparación, limpieza y remodelación del popular pabellón de la música del camí d’Onda por un valor de algo más de 18 mil euros.

El objetivo de la obra es revalorizar y mantener este espacio acogedor y accesible, en el que hace más de 15 años que no se realizaba ninguna actuación de restauración y que, además, pone en valor la cultura e historia de Burriana.

Estas obras se enmarcan dentro del Plan de Restauración de Patrimonio y van en la línea de actuaciones de remodelación entre las que ya se encuentran el entorno de Sant Blai, la torre de Sant Pasqual o la ventana arqueológica del Pla.

Así, el consistorio llevará a cabo la restauración de la estructura con la reparación de la zocalada de latón y chapa galvanizada, limpieza de la cubierta, restauración de las 16 gárgolas y de las 7 barandillas y montaje de liras centrales en 3 de las barandillas.

En este sentido, el concejal de Patrimonio, Vicent Granel, ha destacado que desde el gobierno municipal “creemos que estas obras de restauración eran de obligado cumplimiento, ya que este espacio es patrimonio cultural y musical de nuestra localidad”.

Asimismo, ha añadido la intención del ejecutivo de seguir “trabajando por convertir Burriana en un lugar más agradable para vivir mostrando y cuidando la historia modernista de nuestra ciudad a través de estos enclaves”.

 

Quiosco modernista

El primitivo pabellón fue construido y financiado por la Societat Filharmònica Borrianenca, fue inaugurado el 3 de febrero de 1916. En los años cincuenta fue demolido y volvió a construirse de manera idéntica al original en 1988.

Tanto el pabellón de la Música como el quiosco de helados modernista se construyeron al inicio de la avenida Castelar que era el lugar de paseo del vecindario en dirección a la estación.

En su momento, junto al quiosco de helados supuso un rasgo de refinamiento y modernidad ostentosa de la flamante ciudad naranjera de principios de siglo, gracias a la extremada delicadeza de su diseño en madera y sus detalles, sobre una planta octogonal, que dispone incluso de sótano.